Linea Nacional

domingo, 17 de octubre de 2010

17 de Octubre

Me acaban de llegar estas hermosas palabras del compañero JUan Martín Alvarado y no quiero ser mezquino de quedármelas solo para mí, asi que las comparto. Un gran abrazo y feliz día.


17 de octubre
Habían pasado ciento cuarenta años desde que Artigas privilegiara a los más infelices, habían pasado ciento treinta años desde que avanzáramos a paso de vencedores en Ayacucho, habían pasado ochenta años desde que en Pavón sufriéramos una dura derrota, habían pasado setenta años desde que el Paraguay fuera sometido a la ruina para que flameara en toda Sur América la bandera del libre comercio, habían pasado treinta y cinco años del centenario egoísta con patrones ostentosos y peones de pata al suelo, habían pasado treinta años desde que la chusma radical de Yirigoyen obligara a la aristocracia terrateniente a compartir las ganancias del “granero del mundo”, había pasado una década infame en que la Sociedad Rural entrelazara, a punta de pistola, sus sórdidos intereses con los del país y nos sometiera a la humillación del “Estatuto Legal del Coloniaje”.
Habían pasado casi dos años desde que un coronel del ejército argentino se hiciera cargo de la dirección de trabajo y comenzara a dignificar a los trabajadores de una manera muy sencilla, considerándolos iguales. Habían pasado unos días desde que circulara la noticia que dicho coronel estaba preso en Martín García. La dirigencia gremial declaró una huelga para el 18 de octubre, el pueblo se adelantó.
Tuvo que pasar más de un siglo para que la historia argentina pudiera escribirse sin exclusiones. En la jornada maravillosa del 17 de octubre de 1945 los más humildes tuvieron su día de gloria, la lucha llevó generaciones, nada les fue regalado. Hombres, mujeres y niños marcharon desde diferentes rincones de la Patria para reclamar por su presente y su futuro, generoso y solidario. Llegaron a la histórica plaza, sonriendo, cantando y pidiendo por un hombre que los aglutinaba.
No había odio, ni resentimiento en esos hombres y mujeres de manos curtidas y risa franca, sino una clara conciencia de sus intereses y la confianza en ese coronel que los había defendido como si fuera uno de ellos, luego lo declararían el primero. Sus patrones ayudaron al decirles burlonamente que el feriado del 12 de octubre se lo fueran a cobrar a él. Así lo hicieron y el 18 de octubre se festejó San Perón. Marechal, Rosa, Jauretche, Scalabrini Ortíz entre otros, han descripto aquél día célebre para que nosotros podamos atisbar esa inmensa alegría colectiva. Los humildes ingresaron a la historia para siempre y procuraron escribirla para todos. Tuvieron que inventar, siguiendo la enseñanza de Simón Rodríguez, porque en aquella Argentina, pensada para las vacas y sus dueños, estaba todo por hacerse. Lo hicieron de la mejor manera posible, y tan mal no les fue porque hasta hoy vemos aquellos días como un paraíso perdido. Habían esperado ciento cuarenta años para plasmar su ideal de nación, una comunidad de intereses donde la riqueza no se medía por las exportaciones sino por lo que consumían sus habitantes. Fuimos socialmente justos, económicamente independientes y políticamente soberanos.
Los propietarios de la información y la opinión publicada, los partidos tradicionales, las corporaciones económicas, los doctores universitarios, demócratas y republicanos abstractos recurrieron a la calumnia y la mentira para analizarla. Perón era para ellos un dictador, un nazi y la movilización había sido organizada por la policía y la secretaría de trabajo que reclutó a la hez de la sociedad, al lumpenproletariat. Era la versión de la Argentina “vieja”, y la “nueva” estaba cansada de escuchar sus mentiras, o mejor aún, nunca las habían escuchado.
Hoy sabemos que la Argentina “vieja”, “pequeña”, la de los “argentinos finales” al decir de Marechal, no se resignó a perder el poder que había ostentado de manera injusta durante tanto tiempo. Sabemos, y nos duele recordarlo, todo el sufrimiento que costó a nuestro país su mezquina porfía desde 1955 al 2001. Hasta nuestro propio movimiento fue cooptado, durante la segunda década infame. Pero el mismo pueblo que nos salvó de la ignominia en la recordada jornada de octubre, nos permitió recuperar la senda que nunca debimos abandonar: la de nuestras tres banderas.
Hay hoy todavía “argentinos finales” que siguen trabajando con su aceitada maquinaria mediática. Desde la madrugada a la noche esgrimen la “sabia organización de la ignorancia”. Esa que les ha permitido durar tanto tiempo, pero ya se termina su mentira. La ley de medios, dejará escuchar todas las voces y los humildes no tienen nada que esconder sobre las injusticias aquí cometidas. Tienen, sí, mucho para contar sobres sus esfuerzos seculares y pueden mostrar con orgullo las mejores páginas de nuestra historia, que sin lugar a dudas se las debemos a ellos. Nuestro gobierno se esfuerza a diario para estar a su altura, nosotros como peronistas debemos ayudarlo y “combatir alegremente”. Si hacemos las cosas bien, como las venimos haciendo, en el futuro ya no importará nuestro signo partidario, seremos todos “argentinos nuevos” de una Argentina Grande, en una América Latina Grande y habremos honrado a aquellos hombres y mujeres que ingresaron a la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945 cantando y sonriendo para que todos seamos felices en este, nuestro suelo.


Agrupación Juan Pueblo
Secretaría de Formación.
Junta Local.Partido Justicialista.

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